
El suelo de la habitación estaba lleno de lagartos y su cuerpo, ya frío ,cubierto de flores rosas. Lo besé esperando a que despertase pero en cambio se convirtió en una asquerosa rata. Aquella repugnante escena me estaba provocando sarpullidos. Creo que lo que menos me importaba es que se convirtiese en rata, de echo siempre pensé que lo era. Salí corriendo y en la puerta había unos cuantos vecinos que en cuanto me vieron se pusieron a gritar como locos. Intenté calmarlos pero fue imposible, así que les sugerí que llamasen a la policía.
Iria Dominguez
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