Me molan tus pantalones

Todo el puto mundo está empitillado, ¿quién lo desempitillará? el desempitillador que lo desempitille, buen desempitillador será.
Marc Forcada

Centaures del desert

Després de milers i milers de quilòmetres corrent darrera seu i un nombre gairebé incomptable de trampes i dispositius de tota mena (que sempre, per algun motiu o altre, incomprensiblement acabaven fallant) un dia, per fi, el coiot atrapa el corre-camins. Ha passat així, de sobte, gairebé sense esperar-s’ho. És la culminació d’anys i anys de sofriment, de frustracions acumulades, de fracassos, esgarrinxades, explosions i caigudes (per no parlar de tots els diners invertits inútilment en els invents i artefactes de la marca “ACME”). Avui, doncs, és el dia més feliç de la seva vida, tant que plora d’alegria. Mentre sosté l’animal fermament aferrat pel coll amb una mà (el corre-camins pernejant i agitant-se convulsivament), però, li ve al cap una pregunta: què ha de fer, ara, amb ell? Porta de tant de temps perseguint-lo que fins i tot ha oblidat perquè ho feia. L’ha de matar? L’ha de torturar a poc a poc arrencant-li les plomes una a una? L’ha de cremar de viu en viu? Li ha de lligar un coet a l’esquena i disparar-lo cap a l’estratosfera? Se l’ha de menjar? El coiot se’l mira de dalt a baix i, fet i fet, troba que aquell ocell esplomatxat, amb les cames llargues i esquifides i la llengua sortint per fora, no li ve gaire de gust. I si el vengués? A qui, però? En aquell desert mai no ha vist a ningú més a banda d’ells dos. Tanmateix, encara que escollís qualsevol d’aquestes possibilitats, se li planteja un altre dubte: què farà, sense ell, a partir d’ara? Per culpa de seguir-lo a tot arreu, ho ha hagut d’abandonar tot: família, feina, parella, amics. No li queda ningú més. Així doncs, amb una barreja d’alegria i tristesa, afluixa el coll de l’animal lentament i, mentre s’esvaneix carretera enllà –amb aquell soroll típic i repugnant i un núvol de sorra darrera seu–, ell dibuixa un somriure oblic al temps que comença a imaginar quin serà el proper invent inversemblant que farà servir per mirar d’atrapar el corre-camins.

Conte inclòs a:
"La novel·la que no he escrit mai"
Ramon Pardina Villanueva
Premi Miquel Àngel Riera 2005 de Narrativa
Ed. Fundació Sa Nostra

Reflexión matemática

Si pienso en uno no desayuno.
Si pienso en dos, sólo y con tos.
Ayala

La Tercera Violenta Edad

Aquí en el geriátrico del bosque todos creen que estoy senil.
Ya nadie me tiene respeto.

Y hay muy pocas cosas en la vida que pongan de mala leche a un viejo como yo, pero el puto Kevin Costner es una de ellas.

Estúpidos. Creen que sólo digo tonterías, que sólo soy un viejo lobo de mar y huana.
Pero son ellos los que están seniles. Ignorantes.

Kevin Costner era un buen actor. Brian de Palma le escogió para hacer de Elliott Ness en “Los Intocables” y también salió en aquella película de Clint Eastwood de la que no recuerdo el nombre. Secuestraba a un niño, le disfrazaba de fantasma Casper y al final la policía lo mataba.
A veces pienso que ojalá le hubieran matado de verdad en aquella escena.
Hubiera sido de lo más épico, a lo mejor se habría convertido en una leyenda.

Ahora Kevin Costner es una mierda de actor.
Yo creo que es el mismísimo diablo.
Le vendí mi alma mientras veía “Robin Hood”, o “Waterworld”, o cualquier otra basura de sus películas.

Me cago en Kevin Costner y dicen que estoy loco, los muy cabrones. Que ya chocheo.
Si quisiérais escucharme, yo...

Que os den por el culo, Kevin Costners.

Un día todos seréis como yo, sólo viejos calcetines.
Pero Kevin Costner ya se os ha adelantado.

El muy hijo puta.
Dice que hace una peli de lobos y resulta que es de indios.
Dios, cómo le odio.

Un altre cop, el mestre, i meu germà Marc Torrell, es regala amb aquest text. Veieu-ne més a la seva web!

La tercera vida

La vida és allò que passa mentre fem plans de futur.
Laura Clavero

Carta de despedida a papá gallo y mamá gallina

Queridos papá y mamá,

Os echo de menos.

Quizá me precipité al marcharme, pero sé que hice bien porque nunca seré como vosotros. Creo que aún no lo entendéis.
Reconozco que hasta hace poco yo tampoco lo entendía.

Yo no escogí ser lo que soy, aunque quise escoger lo que quería ser.

Y primero quise ser como vosotros, despertarme cada mañana con la mañana, cantar, pasear una hermosa cresta. Y también quería plumas. Muchas plumas.
Pero la Naturaleza no es tan natural como muchas veces pensamos y aunque llevo vuestros genes no puedo ser como vosotros.

Y como no podía ser como vosotros decidí cambiar de vida. Me fui. Y quise ser violinista, ballena, taxista, una mesa, bibliotecaria, zombie, un disco duro, profesor de autoescuela, osito de peluche, pakistaní, Miss Palencia, batería del grupo Kiss, dibujo animado, guitarrista del grupo Kiss, politono, DJ de reguetón, mueble bar, geranio, mamporrero, el Anticristo y un volcán.

No tuve mucha suerte y aunque tengo vuestros genes tampoco pude ser nada de eso.

Hasta que un día llegué a esta nevera desde la que os escribo y descubrí que no podía ser más que lo que realmente era.

Soy un huevo. Sólo un huevo.

Y desgraciadamente un día, pronto, seré tortilla y más tarde desapareceré para siempre, entre patatas y cebolla.

No lloréis, porque jamás me he sentido mejor.

Ahora soy lo que quiero ser.

Ahora mi piel, tan frágil, es indestructible.
Ahora mi clara está más clara que nunca.
Ahora mi yema late siempre fuerte.
Ahora no recuerdo mi fecha de caducidad.
Ahora me despierto cuando me apetece.
Ahora canto mis propias canciones.
Ahora mi hermosa cresta crece por dentro de mi cáscara.
Ahora la única pluma que quiero es la que tengo para escribir ahora.


Ahora, siempre, os quiero.

Vuestro huevo.


PD: Todos seremos víctimas del mismo holocausto.

Aquesta gràfica i aquest text estan extrets del meu blog veï "un pequeño hombre para el paso" de Marc Torrell, que funciona igual que aquest però al revés. Li heu d'enviar imatges, i ell en fa textos. Tot i que encara és un projecte embrionari, val la pena.

4 choses

Il y a 4 choses dans la vie qui ne peuvent pas revenir en arrière: Les flèches, le temps, les mots et les opportunités non saisies.
Montse Rangel